Leviatán

He bajado a los abismos insondables, he mirado directamente a los ojos del Leviatán y he conocido el miedo, me ha hecho ver terrores primigenios y la pena infinita, me ha hecho pensar que no era capaz de vencerle, ha tornado mi alma gris y cenicienta y pretendía hacerme destruir todo a mi alrededor y que me engullera a mi mismo hasta desaparecer.

Así opera el Leviatán, incansable, imparable, implacable, al final de todo, tan sólo me he visto a mi mismo cayendo dentro de sus fauces y siendo devorado.

Y es cuánto sabe hacer, pero ha dado con dura osamenta, ahora sabe que se enfrenta a un Titán, a un hombre que renace de sus cenizas, que no le teme ni le temió, que tan sólo le estuvo estudiando, buscando el punto débil, el ángulo ciego, para asestar el golpe certero que lo mandará de vuelta a la sima abisal de la que procede.

Y, por primera vez, el Leviatán conoce el miedo y la incertidumbre, por primera vez siente que alguien lo ha vencido, se siente vulnerable y se prepara para morir